A veces pensamos que para viajar tienes que cruzar la provincia o cogerte el bus o el tren (este último medio de transporte es el que me gusta usar últimamente en exclusiva) y recorrer mucha distancia. Eso es cierto, pero también lo podemos hacer dentro de nuestro municipio y nuestro área metropolitana. Un día, después de volver de Santa Cristina y volver, ya de noche, por Alfonso Molina, descubrí, por la acera de Begano (la fábrica de la Coca-Cola del municipio), la subida hacia el alto de Zapateiro, que lleva a colegios diversos concertados y privados, de distintos estilos (laicos, religiosos, ingleses, gallegos), los chalés con calles de nombres de ciudades europeas (como en Fontiñas de Santiago de Compostela) y los dos desvíos a las facultades (el clásico de Arquitectura y el nuevo de Filoloxía), casi en la frontera con Culleredo.
De hecho acabé en Culleredo, en una pequeña urbanización de chalés adosados, todos iguales, obligatoriamente (por orden de la Comunidad de Vecinos) y rúas con nombres de ideales hermosos republicanos franceses que también son la base de cualquier sistema mínimamente justo (Liberdade, Democracia, Fraternidade). Caminando, caminando, con buen tiempo, me metía ya por vías pequeñas y por zona rural. Sólo sabía que estaba en Culleredo, pero hasta después de una buena distancia no me di de cuenta de que estaba en Rutis, cerca de Vilaboa, en cuya avenida principal acabé desembocando. Esa vía llevaría directamente al punto de partida (el Pasaje), Culleredo y Oleiros a la salida de Coruña...
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