martes, 22 de setembro de 2015

Alzhéimer

Ayer la Torre estaba iluminada de morado, para recordar a los que ya no pueden recordar. En A Coruña había una noche tranquila y con buena temperatura, buena ocasión para recuperar un hábito perdido e ir andando en la oscuridad de la noche a lo largo de la línea de costa del Orzán, de Riazor y del Matadero, junto a Monte Alto.

Decidí ir por el sendero que va hasta desde el Aquárium por toda la línea de la playa hasta la explanada que está enfrente de la antigua cárcel. Pensé, ya que era una jornada para agradecer el don de los recuerdos, en los asesinados en la playa del Arenal que contemplaba y que está al pie de esa Torre. 

Mi memoria conservaba el recuerdo del camino porque el que andaba en la noche y sabía también cómo llegar a un retrete portátil. Había gente fotografiando la silueta morada que se vislumbraba entre los árboles de la silueta del estanque que describe la lucha entre Hércules y Gerión. Al pie de la Torre, antes de la cuesta de acceso, también había personas grabando. Subí y vi con calma la Península, dando una vuelta a la Torre. Mi memoria sabía cómo volver a mi casa, aún quedaba un largo camino, sabía atajar para llegar antes a mi domicilio.

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