Vivo en una ciudad en la que hay mucha tradición musical. Hay de todos los estilo, y aquí he citado varios músicos del estilo de cantautor o pop-indie.
Pero cualquiera que viva mínimamente en esta ciudad se podrá dar cuenta de que hay muchos coros de aficionados, sobre todo de gente jubilada y/o que frecuenta la red de centros cívicos municipales (afortunadamente casi todos los barrios cuentan con su centro cívico o con un macrocentro -Fórum y Ágora-). Es una buena ocupación para el tiempo libre, que te da disciplina y gusto estético, te forma musicalmente y tienes que trabajar en equipo y tratar con gente.
También, al amparo del Conservatorio y de la Orquestra Sinfónica de Galicia, hay coros juveniles y de músicos adultos, que aportan toda la técnica de su formación avanzada musical. Tienen la buena idea de formar asociaciones para tener plena independencia sin interferencias de los poderes públicos, buscan la financiación para tener libertad de creación e interpretación. Es de destacar que algunos suelen ensayar y cantar en iglesias de una manera estable. La Iglesia aparece una vez más como protectora de la belleza y del arte.
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